Japón ya ha comenzado a verter al mar las aguas tratadas de Fukushima

La OIEA ha dado luz verde a la compañía que opera en la central nuclear para verter las aguas residuales al Pacífico, aunque la decisión no cuenta con el apoyo de los países vecinos.

This aerial photo taken Feb. 24, 2016, shows rows of storage tanks for radioactive water built inside Tokyo Electric Power Co.’s Fukushima No. 1 nuclear power plant in Fukushima Prefecture, northeastern Japan. (Jiji Press/Motoya Taguchi)

Constanza Vacas

Japón ha obtenido definitivamente la luz verde para comenzar a verter al océano Pacífico las aguas residuales de Fukushima, la planta nuclear que sufrió una explosión de gran magnitud tras el tsunami que golpeó el país en marzo de 2011. La operación se inició el 24 de agosto de 2023, pero no será inmediata: se prevé que el vertido se realice de forma progresiva durante aproximadamente tres décadas. 

Ha sido el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), quien ha tenido la última palabra en la decisión, a pesar de los desacuerdos por parte de países vecinos: China y Corea del Sur. Por su parte, la sociedad civil y diversos organismos medioambientales también han rechazado la reciente resolución, y sostienen que el agua contiene partículas radiactivas que pueden dañar los ecosistemas del océano y poner en riesgo la supervivencia de algunas especies marinas. 

Hasta ahora, la empresa eléctrica que opera la central, Tepco, había estado almacenando el líquido que empleaban para enfriar los reactores en aproximadamente 1.000 tanques gigantescos, lo que equivale a una acumulación de más de un millón de toneladas de agua. Sin embargo, Japón declaró que continuar con esa metodología no era sostenible a largo plazo, por lo que solicitó vaciar los depósitos en el Pacífico.

El último análisis de las aguas residuales, publicado el 4 de julio, ha determinado que el plan cumple con los estándares de seguridad internacionales, y que “las descargas controladas y graduales tendrían un impacto radiológico insignificante para las personas y el medio ambiente”. Con esto, la OEIA ya ha comenzado a monitorear y a publicar en directo todos los datos de interés sobre la operación: los caudales de agua, el seguimiento radiológico y la concentración de tritio tras la dilución.

¿QUÉ CONTIENEN LAS AGUAS CONTAMINADAS DE FUKUSHIMA?

Todas las plantas nucleares liberan agua tratada al mar de manera rutinaria, por ello existen regulaciones que obligan a las empresas a realizar filtrados para que los niveles de contaminación se encuentren por debajo del límite. En el caso de Fukushima, Tepco cuenta con un Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos que ya estaba en marcha antes del accidente de 2011 y que logra reducir el grado de radiactividad de la mayoría de partículas, salvo del carbono-14, el tritio y otros isótopos radiactivos como el estroncio-90.

En marzo de 2011, un tsunami en Japón provocó la explosión de la central nuclear de Fukushima Daiichi. CORDON PRESS

Estas sustancias se emplean como forma de combustible nuclear, que impulsa la generación de energía en las centrales, y son complejas de separar del agua. Asimismo, en 2021, expertos en derechos humanos de la ONU advirtieron de que, concretamente, el tritio presente en el agua puede unirse a otras moléculas y viajar a través de la cadena alimenticia, afectando negativamente a la salud de plantas, peces y seres humanos.

La misma ONU advirtió en 2021 de los peligros de verter el agua residual de Fukushima al océano.

Mientras, Japón continúa insistiendo en que los niveles de sustancias contaminantes en el agua almacenada serán “una gota en el océano, tanto en términos de volumen como de radiactividad”. Y la ONU, por primera vez, se alinea con esa hipótesis.

UNA DECISIÓN EN TELA DE JUICIO

A pesar de que Japón cuenta con el apoyo técnico y la supervisión del OIEA, la noticia no ha sido respaldada por parte de la comunidad científica y las organizaciones medioambientales. De hecho, antes de que se diese luz verde a la ejecución del plan, Greenpeace publicó un informe en el que mostraba una postura escéptica con respecto al proceso de tratamiento de las aguas contaminadas. 

En 2013, activistas medioambientales denunciaron la importación de productos agrícolas y marinos de Japón sin pruebas de radiactividad frente a la Embajada de Japón en Seúl (Corea del Sur). CORDON PRESS

Por otro lado, China tampoco ha apoyado la decisión y, en respuesta a su desacuerdo, la Administración General de Aduanas ha anunciado que prohibirá la importación de productos acuáticos procedentes de Japón, tales como la sal, el marisco y el pescado. Esto corresponde con la advertencia que Pekín ya había lanzado hacía unos meses, al conocer la noticia: si la iniciativa procede, Japón debería “atenerse a las consecuencias”. Seúl, en cambio, sí cree en las conclusiones de la OIEA, aunque la población surcoreana está preocupada y han continuado las protestas por todo el país. 

Los expertos en medio ambiente aconsejaron a Japón mantener el agua contaminada en los depósitos hasta que se desarrollasen tecnologías más sofisticadas que asegurasen un filtrado total de las partículas radiactivas. Sin embargo, el país nipón no ha esperado a contar con la aprobación de sus vecinos ni de la sociedad civil para poner en marcha el vertido.

Tanto Tepco como la OIEA han asegurado que otras plantas nucleares activas vierten líquido al océano con niveles más elevados de tritio que los de Fukushima. Y, a modo de demostrar apoyo a las conclusiones de su vecino -con el que busca mejorar sus relaciones diplomáticas-, el primer ministro surcoreano, Han Duck-soo, se ofreció públicamente a beber el agua filtrada para evidenciar que es segura. 



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